31 agosto 2008

GRF1: Europa

Heikki Kovalainen: Una afición de bandera.

Leo y Mika tenían todo en orden el miércoles al amanecer: Enseres personales; sacos de dormir para las tiendas del Motorbox donde habían conseguido la quimera de encontrar alojamiento en Valencia, en agosto, a estas alturas; Entradas celosamente escondidas en la riñonera. En fin, ahora tocaba ponerse en marcha desde Suomussalmi hasta el aeropuerto de Helsinki, una tiradita nada menos, pero el lugar de Finlandia en el que salían vuelos económicos a Valencia. Llegaron justo a tiempo de contemplar con estupor desde los Dutty Free del aeropuerto valenciano las imágenes dantescas que llegaban del aeródromo nº1 del país que ya estaban pisando... Y la misma historia empezaba a distintas horas, en diversos hogares, de la patria chica de Heikki Kovalainen.

Viernes, 10:30 a.m. Los McLaren parecen ser los únicos a los que no les preocupa que la pista sea nueva. No salen ni echándolos a patadas de los tinglados. No pasa nada. Heikki sabe que nueva o no, es una pista verde, y con unas vueltas en la primera sesión para conocer uno de los trazados más difíciles del mundial de ahora en adelante, es más que suficiente. Nada de reglajes en la primera sesión. Además, el morro ya va de perlas, y la trasera poco a poco va entrando en calor igualmente. Heikki sigue sin sacar la velocidad para ponerse al nivel de su compañero y de los Ferrari. Eso es algo crónico que me temo que tendrá que esperar a la pretemporada para solucionar. Pero es algo que, dejando como secundario el Campeonato de Constructores, invierte la situación de 2007, y deja la lucha interna para los de Maranello. Así que hay que darse con un canto en los dientes si mejora 1,2 seg. de una sesión a otra, como fue el caso. Además, como se suele decir, tiene caballos extra: Sus compatriotas están en las tribunas de la Malvarrosa, y cada vez que pasa por ahí y ve agitar las banderas albiazules es como si McLaren ya tuviera listo e instalado un KERS.

Se masca la tensión en la T11 y aledaños. Si querían que la gente se fijara en los alerones traseros y las chimeneas, huecos para las cámaras y pivotitos de identificación del piloto, deberían haber dejado dar el paseo por boxes de los jueves, pero no hacer parecer que han vendido asientos exclusivamente para tal fin. Riesgo de motín, dice el personal de "Admisió". Y a falta de botellas con tapón, alguno quiso ver los F1 como esperaba y se acercó al mismísimo borde de la pista, de los pianos que debían morder los monoplazas. Leo y Mika comenzaron a hacer aspavientos frente a los seguratas, de tal guisa que parecían auténticos comisarios al mover a la vez que sus brazos las banderas finlandesas...

No era para menos ponerse así:


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Sábado, 3:05 p.m. Ha vuelto a ocurrir. Heikki ha dado una vuelta al máximo de sus posibilidades, sin errores grandes ni pequeños, sin demasiados kilos extra en comparación con Lewis, pero ahí está, en tercera línea. Duele reconocerlo, pero parece que el asunto de la cosa se halla en la velocidad pura, en eso que separa a los buenos de los grandes. O eso es lo que dice el consciente de Heikki, porque en lo más profundo de su mente, las neuronas estaban lamentándose de la repentina desaparición de las enseñas de su tierra, impidiendo frenar todo lo tarde que Kovalainen sabe.

Menos da una piedra. Ahora Leo y Mika contemplan la pista desde algún otro punto del circuito. La contemplan en condiciones, pero sigue siendo una vista muy mejorable, ellos que todos los años marchan a alguna curva del mundo y saben lo que exigir. Pero es lo que Leo reprocha a su colega, que si no se hubiera encendido y hubiera empezado a amenazar con el mástil a los inocentes empleados temporales tal vez estarían en condiciones de que algún organismo de consumo les amparara sin tener que reconocer que ellos también dieron ese bochornoso espectáculo. Y casi seguro que les habrían dejado pasar las banderas el resto del fin de semana.

Domingo, 2:03 p.m. Se apagan los semáforos y Heikki explota el cambio de lado llevado a cabo para este día adelantando a Raikkonen antes del primer giro. No obstante, casi agradecía el objeto extraño que se agitaba al viento en los bajos de Kubica, porque al quedarse justo delante del McLaren, daba la sensación de que Kovalainen podía ir más rápido en realidad, cuando lo cierto es que se daba perfecta cuenta de que el buen balance parecía haber quedado raptado en el parque cerrado, y los tres primeros lo tenían fácil para perderlo de vista, bolsas o tiras de papel aparte. ¿Lo tendría fácil Kimi para ganarle una frenada? Sólo ha sido un año, pero parece que en adelantamientos, el Valencia Street Circuit no anda tan boyante como se cacareaba. Y esa parecía su lucha, la del Ferrari, no la del BMW. Pero resultó que la salsa de la carrera era del color de la barbacoa, ya que fueron los pit stops de Ferrari los que la pusieron. Por parte de Kimi, dejó a un mecánico -que yo sepa- en camilla y así fue como su compatriota se lo quitó de encima. Y entonces, ¡sorpresa! Los superblandos le fueron mucho mejor a Heikki, por extraño que parezca, y es por eso que desde su última entrada hasta la vuelta 57, la lucha más interesante estuvo ahí, lo cual no es decir mucho... Kovi no estuvo nunca a menos de medio segundo del podio.

Los de Admisió seguían pululando por la tribuna en carrera. Eso sí, mucho más atentos a la acción en pista que a la gente, por una vez en el Gran Premio. Poco a poco iban bajando la guardia, al fin y al cabo iba quedando media hora para que toda la fiesta y el jaleo terminaran hasta el año que viene, y dejaban salir a la gente por donde quisiera, no necesariamente por las escaleras destinadas a ser Salida. Y entonces, como a modo de disculpa con su amigo, cuando el pasotismo de la organización llegaba a máximos históricos, Mika sacó una bandera de su país bien maja. La había escondido el viernes antes de que alguien se diera cuenta de que procedía confiscársela. Había hecho una labor de chinos para atarla de tal forma que, pegada al barrote de la tribuna, solo se viera eso, un barrote, nada de tela sobresaliendo por los lados. Y además, parte del trabajo consistía en hacer eso por debajo del nivel de los asientos, que los de la nueva tribuna también debían de estar al corriente de lo que habían hecho. Mika deshizo todo justo en el momento en el que Kimi reventaba en la meta. Cuando Heikki empezaba a rodar los superblandos.

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En cuanto tenga de vuelta el portátil contaré mi experiencia en este gran premio y pondré las fotos que me avergüenzan... Tengo mucho que aprender en eso. De momento, anda venga, votad, participad, lo que querais, no seáis vagos, ¿eh? Aquí está el enlace de esta ocasión. Y las normas, por si es lo que os estais preguntando antes de coger vuestro teclado.

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