11 junio 2008

GRF1: Canadá

Kazuki Nakajima: Eternamente a rebufo.

Kazuki ha visto la luz. Ahora su vida sí tiene sentido, y sabe que se encontraba en la relajación y el aislamiento, no en la velocidad y la vorágine de pirañas del paddock. Se encuentra en un pequeño pueblecito de algún lugar del mundo, en el que los aldeanos no parecen muy puestos en Fórmula 1, para qué hablar de si reconocen a Kaz. Pero mientras ellos no se comían mucho la cabeza para dedicarse a cuidar el ganado y las cosechas, lo que hacía Kazuki los tenía descolocados: Cereales que entregaba sin apenas algo a cambio para la investigación de biocombustibles, unas extrañas mantas térmicas que resumían el sistema de calefacción de su granja, coches de modelos inidentificables, jamás vistos en la gasolinera... Debía tener su surtidor en algún lugar de la finca.


Williams había perdido la oportunidad del año con Nico en Montecarlo. Rara vez se los había visto tan rápidos en largo tiempo. Pero la lluvia lo neutralizó todo. No obstante, no todo estuvo perdido: Nakajima hizo lo que deben hacer los escuderos, y salvó dos puntos en ese día en el que parecían llamados a hacer grandes cosas. Realmente, estaba muy cerca de Nico en la clasificación. Pero ese maldito rubiales volvió a prometer lo mismo en los entrenamientos: Cada vez que salía, era un vueltón. Kazuki dijo sentirse muy cerca de él el viernes –dos puestos por delante, 9º, en los 2º libres, e incluso una lucha velada en los primeros-, y muy contento con el comportamiento del FW30. No es que Nico arrasara como hace quince días en cuanto pasaba por un parcial, pero pensando en Mónaco, y como dicen los periodistas en inglés cuando preguntan por una buena última carrera: Was it a one-off?

Fue en los libres del sábado que Williams pareció volver exactamente a donde no pudo quedarse en Montecarlo: Nico líder al final de la sesión y Kazuki 5º. No era moco de pavo cuando, al contrario de lo que viene siendo habitual en este punto del fin de semana, los punteros sí estaban arriba y no parecían estar pensando en hacer vueltas con carga de Q3. Una Q3 que Kazuki se pierde por dos factores: Una pista que empeora según van pasando los coches, y no al revés, lo que impide a la mayoría mejorar su tiempo de eliminados; y un segundo intento con errores de bulto como el que le obligó a corregir para no acabar en el Muro de los Campeones. Mañana, no había que pensárselo: Una parada, y que Dios reparta suerte.

Y así es que, después de verse superado por Kovalainen y Heidfeld, -los que se pusieron por detrás de él al hacer mejor salida que ellos-, Barrichello tenía que evitar que Nakajima lo superara. Era una tarea más abarcable, porque un Williams no es tan endiabladamente mejor frente a un Honda que las monturas de los antes citados. Kazuki se arma de paciencia y, entre los dos, se pasan media carrera haciendo oscilar la distancia entre 0,3 y 0,6 segundos, Kazuki casi siempre unas milésimas más rápido, pero nunca lo suficientemente cerca cuando importa. En la vuelta 18, Safety Car y varios líderes fuera de carrera. La única parada tenía que hacerse valer, y, siempre detrás de Rubens, Kazuki asciende durante unas vueltas a la segunda posición. Siempre detrás de Rubens; siempre con el morro a punto de incrustarse en el mensaje “Earth Dreams” del RA108; siempre con el mensaje de que hay que hacer algo por evitar dar muerte al planeta clavándose en el mismo cerebro que tenía que reaccionar a 300 km/h; clavándose casi subliminalmente. Algo tenía que pegarse antes de realizar la única parada prevista antes que Rubens y que la mayoría de los que Kazuki tenía detrás, en la vuelta 33. –qué importante era haberlo adelantado para tener un fin de semana aún mejor-. Ahora no puede quitarse el cambio climático de la cabeza: Ahora su cerebro tiene menos espacio en disco destinado a reaccionar volando a 300. Tenía que ocurrir, máxime cuando ese fantasma ecológico se le pone por delante al salir de boxes, esta vez personificado en Jenson. Llega un momento en el que la desconcentración logra que sea demasiado tarde y empotra su alerón contra el difusor del británico, con tan mala suerte que al intentar resistir cambiándolo en boxes, se engancha en los bajos a la entrada del pit lane y se empotra contra el muro, sin oportunidad de girar.

Cuando Kaz abandona el circuito antes de acabar la carrera, el equipo parece entenderlo: No está para nadie después de acabar con una nueva oportunidad. Pero en realidad no entienden que ya podían ir llamando a Hülkenberg para Francia: La dedicación de Kazuki Nakajima ya no pasa por los combustibles fósiles.

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