Después del fiasco que trajeron la lluvia y Bernie Ecclestone en el último Gran Premio, muchos han sido los pilotos que han alzado su voz contra la feliz idea de empezar una carrera a las 17h. Y no es para menos, porque cualquiera que conduzca lo habrá hecho alguna vez cuando el Sol sale o se pone, y por ende sabrá que es un suplicio cuando te toca de frente en tu trayecto hacia el horizonte. Por tanto, los pilotos han actuado con diligencia y han tomado cartas en el asunto -Mark Webber pateándose la parrilla a pesar de mantener cierta cojera-, negándose a salir a disputar las vueltas que quedaban, en ejercicio de las funciones de defensa de sus intereses, en especial de seguridad y Superlicencias, para las que fue creada la Grand Prix Drivers Association. ¿No?
Ni mucho menos. Me temo que hasta ahora la GPDA lo único que ha hecho ha sido poner de relieve que los pilotos están tan pendientes de sacar su tajada y salir airosos de lo que les toque como lo están sus equipos, la FIA y la FOM. Y no me refiero a la disputa por el precio de la Superlicencia; Vale, a ellos 50000€, por poner un caso, no les supone nada, pero si usted gana 2500 al mes -cosa que, como está el patio, le deseo de todo corazón- tampoco le supone nada pagar 20€ por un día para un cartón de leche, y sin embargo ¿se bajaría los pantalones y apoquinaría? Nuestros ídolos están en su derecho de que no los toreen y al menos se les explique a qué viene ese nuevo desembolso. Y si de verdad es cierto que se trata de que sufraguen los gastos en seguridad los interesados, que vayan pasando por caja.
¿A qué me refiero entonces? A que siempre que he oído hablar de esta organización ha sido para: a) Meter baza en las polémicas, poner la sal en la herida, el dedo en la llaga (ej: Indygate); b) Discutir el equipamiento de seguridad de un circuito sin costearse algún equipo mínimamente parecido al que para estos menesteres y para la aprobación de una pista tiene la FIA, que por poder la GPDA podría tener uno, o c) si no se trata de uno de los dos casos anteriores, o incluso si sigue pudiéndose incluir en alguno de ellos, demostrar que actúan de forma ineficaz y por donde sople el viento. Y lo de Malasia ha sido a) y c).
Estoy muy contento de que las carreras vespertinas se vayan a ver forzadas a desaparecer, como lo estaré si lo mismo pasa con las nocturnas. Y si los pilotos se ofrecen para impedir que se celebren, estaré de su lado y les desearé el triunfo. Pero a lo que voy, ellos son otros culpables del bochorno que vivimos el pasado cinco de abril. Mientras respondían a las preguntas sobre si de verdad las nuevas normas o el KERS favorecerían los adelantamientos, o mientras advertían de la excesiva anchura de los alerones delanteros cuando se trata de que pasen tres por la misma curva, el tiempo corría y el GP de Australia se iba a iniciar a una hora que llevaría a terminar la carrera en un momento del día criminal para conducir. ¿Por qué sólo empezó a alzarse alguna tímida voz cuando ya estaban en plena faena por el Albert Park? ¿Qué clase de organización es esa? Pues es una especie de sindicato de pilotos, pero lo que parece es más bien el sindicato del vidrio, de lo cortos de miras que parecen.
Lo lamento si algo de lo que digo es incorrecto, pero todos los datos de que dispongo sobre la GPDA hablan de reuniones de pilotos, peticiones y sugerencias al organismo rector, incluso alguna huelga... Pero, sin menospreciar lo que han conseguido desde su creación en los 60, me parece que alguien de los suyos tiene que tener los bemoles de Jackie Stewart y formar un organismo bien organizado, con Estatutos ambiciosos, con un cierto dinero invertido que le permita financiar todas las actividades con las que los pilotos puedan decir lo que deban decir .
Para entendernos, acaba de producirse una remodelación del Gobierno en España y los sindicatos, al igual que la patronal, han salido a la palestra y han hecho valoraciones casi con inmediated. Yo sueño con una GPDA que no se limite a quejarse por el muro de una escapatoria cuando no lo han visto hasta el jueves antes de la carrera, sino que cada vez que se proponga un cambio de reglamento -o de horario- este "sindicato" ponga a cada uno en el sitio que ellos crean que se merece. Pero me temo que mucha vagancia es lo que hay en la parrilla... ¿Vamos a tener que esperar a que en Singapur pase como en Qatar para que algún corredor se atreva a pedir que se dejen de focos? Fíjense que de la Rosa no dijo esta boca es mía hasta que hizo falta una bandera roja.
5 comentarios:
sí, tienes razón, como que parece que hay mucha palabrería y poca acción. creo que tiene que ser una organización difícil de manejar porque hasta que han convencido a hamilton para que se una a ellos... ahora, ya que están todos, tendría que ser todos a una, pero no lo veo muy por la labor. nuestro pedro siempre está metido en todos los berenjenales, aunque siempre sale bien parado... por qué? porque es un crack, con sentido del humor, de la razón, con conocimiento y creo que humilde.
Un abrazo!
Y ahora que comentas a Hamilton, créele o no, pero era lo que él decía para no hacerse de la GPDA, que uno puede estar de acuerdo o no con lo que hace esa asociación.
De Hamilton y el porqué se ha apuntado ahora tengo mis propias conjeturas y no son nada buenas...
respecto a lo que hacen o dejan de hacer la GPDA, es cuestión de liderazgo , Pedro no está en una posición demasiado buena para liderar nada y menos convertirse en el lider de un grupo de pilotos que hoy en día como en el pasado, pero ahora mayormente , están atados a sus nóminas, a sus patrocinadores y no pueden ejercer medidas de presión como las que se contaban por el foro, por aquel entonces en el Jarama, hechos como plantarse antes de un GP va ser difícil de volverlas a aver, hay muchas jovenes "promesas" picando insistentemente y capaces de hacer lo que ellos por cuatro eurillos.
O se plantan de una vez, o nunca los tomarán en serio
Saludos!!!
Vale, Mai, pero recordemos que la huelga -si por ahí van tus tiros- es el último recurso del que hay que hacer uso. Si con una organización más disciplinada y creíble siguen sin hacerles caso, llegará un día en el que no les quede más remedio.
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